Sacerdote secular, nacido en Sevilla al principio del siglo XVI, pasó a las Indias en 1528 dónde Oviedo le conoció a Panamá.
Acompañó a Pizarro en la conquista de Perú, como vicario de la expedición. Contrariamente a Vicente Valverde, que estaba del clero regular (orden de los Dominicanos), recibió su parte en la división del rescate de Atahualpa: 1 ¾ partes de oro y plata (7 770 pesos de oro y 310 6/8 marcos de plata). El más notable es que estuvo el solo de participar en esta distribución, mientras que no estaba presente a Cajamarca, permaneciendo sobre orden de Pizarro, en San Miguel de Piura, primera ciudad fundada en Perú por Pizarro. Sólo habría aceptado este orden contra la promesa de participar en el botín. Después de la batalla de Cajamarca, se apresuró de venir para ser cierto tener su parte.
Dejó el Perú a partir del año siguiente. Ambicioso e influyente, intentó obtener de la Corte la autorización de lanzar por su cuenta expediciones de conquista. Eso se le rechazó como religioso. Fue sin embargo el instigador y el financiero de una expedición en el Veragua (Norte del Panamá actual, Costa Rica y Nicaragua), llevado por Felipe Gutierrez y Toledo.
Fue el consejo también de la viuda de Diego Colon (muerto en 1526), el hijo de Cristobal Colon. Los Colon llevaban un pleito contra el Rey en cuanto a las rentas de esta región que el gran Almirante había sido el primero en descubrir. Este pleito se terminó por la creación del Ducado de Veragua, del cual son aún titulares hoy, a los descendientes del gran descubridor.
La expedición de Gutiérrez y Sosa, partida en septiembre de 1536, volvió al desastre. Los hombres se murieron de enfermedades, de hambre y bajo las flechas de los indios. Se notan en los Españoles escenas de canibalismo. Los supervivientes volvieron a Panamá, los instigadores arruinados.
El emprendiendo Juan de Sosa dio la vuelta entonces en Perú, intentando obtener empleos. Se aprovechó de la guerra civil para obtener los favores de Gonzalo Pizarro, y fue vicario general de la diócesis de Cusco en 1547.
En junio de 1548, después de la derrota de Gonzalo Pizarro, fue condenado al destierro y a la confiscación de todos sus bienes. Volvió a España.
Fuentes : Oviedo, Historia III, p 185-204